Nunca se le oyó decir una palabra de amor, pero sabia convertir el silencio en elocuentes palabras que expresaban de manera irresistible la idea del amor. El suave temblor de los ojos, el tono de voz, la ternura que sabÃa hacer brollar en cada palabra y en cada gesto… Aprendió a gestionar la elocuencia del corazón, que se puede escuchar, pero no describir
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